Las Mujeres Que Nos Inspiran

A las mamás las inspiran sus hijos, a los niños los inspiran los juguetes, a los gatos los inspira el atún y a mí, a nosotras, nos inspiran las almas de verdad.

Hoy quiero contarles la historia de cinco mujeres con las que tuve la fortuna de encontrarme y que me abrieron los ojos, una vez más, para recordarme qué es lo verdaderamente importante: el amor, que no tiene que ser el amor romántico, el amor adolescente; sino el amor universal.



La primera mujer a la que conocí, me mostró que el amor siempre está en movimiento. Yady Fernández es una mujer joven, llena de energía y que encontró su pasión más profunda, jugando al fútbol. Ese sueño que la había convertido en Preselección Colombia, se acabó el día en que sufrió un accidente de tránsito y perdió su pierna izquierda casi completamente. Ya no más regates, ya no más goles; Yady tenía dos opciones: o dejarse vencer o encontrar un nuevo camino y por suerte lo encontró. Cambió los guayos por una bicicleta y hoy está preparándose para ir a los más importantes torneos del mundo. Yady me demostró que está hecha de amor y de ganas de vivir.



La segunda historia que llegó a mí, es la de Eneidis Gávalo, una mujer que se encargó de mostrarme que el amor es creer. Eneidis era una mujer joven, esposa, mamá, ejecutiva; y a raíz del más noble sueño de su pequeña hija Poly, decidió cambiar su vida. Poly no quería ni muñecas ni coronas, ella quería ayudarle al medio ambiente y enseñarle a las personas cómo reciclar. Eneidis vio la verdad y la pureza en los ojos de Poly y con una fe ciega en el sueño de su hija, renunció a su trabajo, a su sueldo, a su tranquilidad y convirtió ese propósito en su misión de vida. Hoy Eneidis tiene una fundación que lleva el nombre de Poly y que se encarga de reutilizar todos los materiales que reciclan juntas. Esta es la lucha por salvar un planeta de miles de millones de años, a manos de una niña que tiene menos de diez.



El de Emilia Valencia es un testimonio del amor por la historia. Emilia creció en el Chocó como una niña normal, jugando con sus amigas, nadando, apostando carreras; pero tuvo, también, muchísimas privaciones, a tal punto que no podía ir a estudiar por no tener zapatos. Al terminar el colegio, se fue a probar suerte a Cali, entró a la universidad y las dificultades no paraban: fue la primera vez que se veía obligada a pasar hambre. En ese momento sus raíces se encargaron de tejer su destino. Emilia empezó a peinar a las jóvenes de la universidad y ese se convirtió en su sustento diario que no solo le alcanzó para pagarse ella misma un par de semestres de estudio, sino que además le alcanzaba para ayudar a la mamá y hermanos que había dejado de vuelta en casa. Hoy Emilia trabaja tejiendo sueños, lo que se convirtió en un proyecto de reconstrucción social que, por medio de la enseñanza del trenzado, le permite a los niños y adultos, reconocerse y amarse a través de su cultura.



Carolina Forero me conquistó con un amor que le sale desde la raíz. Ella tiene metida en el alma, la misión de conectar al mundo con el campo y es por eso que creó Ecotecho, un sistema de propagación de alimentos en donde todas las personas pueden sembrar vegetales y hortalizas en los techos de sus casas. Carolina le ha devuelto la naturaleza a las ciudades y ha cambiado el concreto por sembrados. Su gratitud hacia la tierra, se convierte en nuestra eterna gratitud hacia ella.



Y nuestra última historia inspiradora, es la de Karen Cruz, que nos enseñó que el amor no tiene fin. Karen tuvo dos hijos que se convirtieron en cuatro, ya que se hizo responsable de sus dos sobrinas y las cría, junto a sus niños, como dos hijas más. La mamá de las niñas es la hermana de Karen, pero por desgracia y por haber caído en las drogas, no puede atenderlas como ellas lo necesitan. Fue así como Karen abrió las puertas de su casa y las de su corazón, e hizo que su familia se multiplicara, disfrutando ya no del amor de dos, sino de cuatro preciosos hijos.



Estas cinco mujeres me mostraron su corazón y me contaron qué es lo que lo hace latir. Sentadas, frente a frente, desnudaron su alma y me recordaron que el amor es universal; ellas, quienes aman con tanta fuerza, me inspiran todos los días de mi vida.


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